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Samatha Vipassana

La palabra meditación es una traducción de la palabra bhāvanā en lengua Pali, lengua en la que fueron registradas las enseñanzas del Buddha. Bhāvanā quiere decir en realidad 'desarrollar, cultivar, la mente-corazón'. Ese desarrollo se hace a través de las dos formas de meditación que enseñó el Buddha, llamadas samatha y vipassana. Samatha, que se traduce como tranquilidad o serenidad, son técnicas de 'atención correcta' necesarias para establecer la calma mental. Dicha calma mental a su vez aumenta la capacidad de concentración que es necesaria para la investigación de los procesos mentales y físicos, su inter-relación, y que gradualmente llevarán al despertar. La concentración deberá estar basada en una 'conciencia benéfica' posible solo a través del respeto de preceptos morales y éticos, que son la premisa de un ser en el camino de la iluminación. ​ Vipassanā quiere decir visión directa, penetrante, de los fenómenos de nuestra realidad tal como son, es decir, como lo explica el Venerable Thanissaro, tal como devienen, como se van dando. Su práctica requiere empezar un proceso de conocimiento de los mecanismos mentales y físicos a través de una investigación personal, experiencial precisamente. Si bien meditar es simple, también es difícil, porque implica observar nuestra propia mente en acción. Es decir, ver en vivo y en directo lo que hace la 'mente mono' que salta de un pensamiento a otro de forma automática, incontrolable, sin que sepamos o podamos realmente detenerla. Para poder detener o calmar las preocupaciones o el estrés que trae una mente discursiva, obsesiva a veces, es necesario comprender cuales son las causas de esos estados desagradables inhábiles. ​ Ajahn Fuang, el maestro de Bhikkhu Thanissaro, dijo lo siguiente: ​ "Todos queremos felicidad, pero la mayoría del tiempo no estamos interesados en construir las causas para la felicidad. Todo lo que queremos son los resultados. Pero si no nos interesamos en sus causas, ¿cómo podrían aparecer los resultados para nosotros?" Calmar y tranquilizar la mente mono requiere primero 'verla en acción' para ver qué hace: eso es el comienzo de Vipassanā. Samatha, la tranquilidad, consiste en muy diversas prácticas de 'atención correcta' en un objeto determinado, benéfico, favorable al despertar. Dichas prácticas deben estar sustentadas por un desarrollo de cualidades tanto espirituales como éticas y morales que el Buddha nos dejó en varias listas de facultades y cualidades mentales hábiles. En primer lugar los Cinco Preceptos: Abstenerse de matar, abstenerse de robar, abstenerse de mentir, abstenerse de sexo ilícito, abstenerse de bebidas y sustancias intoxicantes. No es posible calmar la mente si dañamos a otros, si nos dañamos a nosotros mismos. Las prácticas que el Buddha enseñó, cuarenta o más, están destinadas a producir la calma y el bienestar estabilizando la atención enfocada dentro del 'territorio de la atención correcta'. Al aquietarse la mente nos será posible aprender la habilidad de la concentración correcta gracias a un proceso de varias etapas y grados. Durante ese proceso, al 'ver la mente en acción' por nosotros mismos, vamos tomando conciencia de cómo se arman tanto las preocupaciones, el estrés, las ansiedades y miedos, como también los estados más puros de serena alegría y paz. Adiestramos la mente gracias al disciplinamiento de una atención consciente (sati), para aprender la habilidad que lleva a una felicidad que no depende de los sentidos. ​ Así es como Samatha y Vipassanā trabajan juntas complementándose en una práctica tanto sentados como en la vida cotidiana, alcanzando diferentes niveles de conocimiento de los mecanismos que arman el estrés. Con el tiempo, el compromiso, la honestidad con nosotros mismos y con los demás, y la regularidad en la práctica, aprendemos a no involucrarnos tanto con las historias que la mente imagina y nos cuenta. Es decir, empezamos a ver, a comprender las causas subyacentes a esos diversos estados. El Buddha enseñó una habilidad que todos pueden aprender, posible para todos. Esa habilidad es la de construir "una felicidad verdadera y duradera en esta vida"  para todo ser humano sin discriminación de ningún tipo, que no daña a nadie, a ningún ser viviente, que es benéfica para todos. Y enseñó el camino hacia ella durante 45 años hasta su muerte.  ​ Las oportunidades de práctica intensiva alejados de los estímulos sensoriales habituales son fundamentales: favorecen la concentración en un marco de protección, seguridad y cuidado y permiten compartir el silencio junto a otros practicantes. Nos llevan a avanzar en la práctica, a discernir lo benéfico de lo desfavorable, y a menudo permiten dar saltos cualitativos importantes de comprensión, insights, tomas de conciencia del resultado de las acciones intencionales mentales, verbales, corporales.

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